jueves, 29 de marzo de 2007

¿Puede alguien imaginar un mundo sin niños?

Montserrat Ponsa, periodista, Catalunya.

Hace poco, que la Plaza de Mayo de Buenos Aires, fue meta de llegada de una marcha de 4.500 Km, desde la provincia de Tucumán hasta la capital argentina, tras once días de andadura. El lema: El hambre es la muerte. ¿Es un crimen tener hambre?
Los caminantes: niños y niñas que claman por la vida y la dignidad en este mundo globalizado que les escamotea el pan, el trabajo. ¿Su ambición? Sentirse integrados en una sociedad que les es hostil.

Los participantes en la marcha se dolían de falta de ternura, de amor, de comprensión. Denunciaron los malos tratos a los que están sometidos: en las propias familias para las que suponen una carga, familias sumidas en la miseria – otra boca más que alimentar que agrava si cabe, su pobreza-; por la policía y la sociedad que ve en ellos unos malhechores, unos delincuentes en potencia. ¿Su único pecado? No disponer de un mendrugo de pan con el que saciar su hambre, un plato en la mesa, ropa limpia, una cama donde acostarse, el cariño de los suyos, derecho a la educación, al trabajo, la aceptación de la sociedad donde están ubicados.
Para sobrevivir y como único recurso deben comer de la basura.
¿Porqué tildar a los chicos de delincuentes? ¿Porqué los políticos de los distintos países no les dedican la atención debida y les ignoran, como si no existieran? ¿Qué clase de corazón es el suyo? Es impensable construir un mundo sin niños!
La Plaza de Mayo acogió a los jóvenes en el final de su marcha que contó con el respaldo de muchos educadores, ONG, Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, la mayoría de los cuales habían caminado junto a ellos.
Cantaron, bailaron, dijeron de forma poética y sin amargura, que lo único que pretenden es vivir, amar, trabajar.
Que es preciso erradicar la pobreza en la que están sumidos 9’5 millones de niños en Argentina. En su Manifiesto, los chicos/as dijeron que seguirán con sus marchas y movilizaciones hasta conseguir que su sueño se vea cumplido: no tener que comer de la basura.

Pérez Esquivel, que ha estado en Catalunya presidiendo la 20 edición de La Universitat de la Pau en Sant Cugat del Vallès, ha confirmado esta movilización que supuso, para Buenos Aires, un soplo de aire fresco por boca de los jóvenes. Ojalá sirva para refrescar las ideas retrógradas de aquellos que quieren convencer al mundo de que la delincuencia infantil en aquel país es una realidad, cuando es el hambre el único problema que les afecta. La situación es grave y compleja. Estos jóvenes son la voz de: los que no pueden hablar, no pueden comer, de los que no tienen quien les quiera ni les proteja, seres humanos despojados de derechos.
Una encuesta recién confirma que, en Argentina, la pobreza extrema por lo que respecta a los menores de 18 años es del 56’4% y que mueren de hambre en aquel país rico todos los días 100 niños, de los 35000 que mueren a diario en el mundo.
Niños, igual que en otros países, obligados a trabajar desde muy chicos. Niños víctimas de pederastia allá y por doquier. Niños militarizados obligados a participar en las guerras, a la fuerza. Niños prostituidos que deben vender su cuerpo para comer. Niños inducidos a las drogas para evadir el hambre, la añoranza, la soledad, sus miedos, su ignorancia.
¿Porqué globalizar tanta desventura contra nuestros niños?
¿Quién debe tomar cartas en tan escabroso tema?
En lugar de buscar soluciones cara el futuro de los niños, algunos gobiernos inventan leyes para poder encarcelarlos antes, decretando que, a los 14 años, pueden sufrir condenas por sus actos. Vivimos en una sociedad denigrante. Necesitamos grandes dosis de amor, de esperanza y, sobre todo, es preciso practicar a fondo la resistencia activa junto a los débiles, en este caso, junto a los niños/as sin techo ni familia. No se trata de ninguna utopía.

No hay comentarios: