miércoles, 4 de abril de 2007

Del polen de la niñez y el pistilo de la juventud


Por: Julián Puig Hernández.

Desde anoche pueden escucharse, en cada barrio de Puerto Padre, el jolgorio de niños y jóvenes porque, como es tradicional, el cuatro de abril es fecha para festejar aniversarios: el 46 de la Organización de Pioneros José Martí y el 45 de la Unión de Jóvenes Comunistas. En el proceso generacional de la Revolución Cubana, tanto uno como otro tiene su encomienda, el primero como cantera del segundo y eso posibilita un presente consolidado, que equivale a futuro mejor preparado. Los pioneros, dentro de sus aulas de Educación Primaria y de Secundaria, aprenden a amar, que es la encomienda de mayor trascendencia para la espiritualidad individual. Colateralmente vienen Círculos de Interés, manera hermosa de vincularlos a alguna profesión u oficio. Es la etapa donde se asumen aptitudes, insértense en ellos los valores más altruistas que garantizan una mujer y un hombre más plenos. De los jóvenes puede hablarse en grande. La historia está escrita con las virtudes de ellos. Los hay en las aulas universitarias; pero también en los talleres, en las unidades militares, en las cooperativas agropecuarias, lejos y cerca de sus seres queridos, escribiendo con sus acciones páginas de hermosura en tierras americanas, asiáticas o africanas. Si la vida es una flor, el polen es la niñez y el pistilo deviene juventud. Cuando se anda por buen camino y se avista un futuro promisorio, hay suficientes razones para estar de fiesta. ¡Felicidades niños! ¡Felicidades jóvenes cubanos!

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