viernes, 30 de septiembre de 2005

Resistir ante las decisiones esotéricas

Por: Julián Puig Hernández

El guajiro, aún sobre su caballo sofocado, se quita el sombrero y seca su frente con el costado del brazo; es un sudor pegajoso, que brilla en la piel y mancha el cuello, molesto y repudiable. No es como el que sale producto del arado, en el contencioso por hacer surcos largos aguijoneando al buey, ese efluvio salido de los poros dilatados que empapa la espalda y ciñe la camisa al cuerpo.
Mira al cielo y lo ve casi despejado, sólo contadas nubes, dispersas, mal llevadas, deformes y volubles que viajan de un lado a otro empujadas por los vientos caprichosos. Un puñado de polvo se levanta y le ofende el rostro, mira de soslayo y escupe: estamos malditos, dice bajo.
El municipio de Puerto Padre registra niveles alarmantes de sequía, de la inmensa mayoría de los ríos, sólo quedan oquedades escoltadas de árboles famélicos; extensas áreas, que fueron para cultivos provechosos, muestran cicatrices profundas por falta de irrigación. Es como asentar morada en uno de los anillos del infierno de Dante.
Las reservas subterráneas no son tales, sobreviven nominalmente gracias a la influencia del mar, que contamina y a la postre multiplica el azote.
Las depresiones tropicales, hasta el momento, sólo han suministrado sorbos que van a un abismo exigente y sin fondo. Los pronósticos de cultivo permanecen a la espera de tiempos mejores. El canto contrito de la tojosa preludia multiplicación de males y no se le cree, aunque perduren las dudas.
Bajo la mata de güira está el caballo, con la agitación en las ingles, y el campesino, de espuelas tintineando con su paso lento, callado pero no vencido, toma un taburete y lo recuesta a un tronco, a la sombra de un alero de guano. Se palma en un costado del bolsillo y saca un tabaco, pone una mecha en un extremo y en segundos salen volutas, redondas o cilíndricas, a capricho de quien las exhala pues, a pesar del tiempo y el mal agüero de los pájaros, él sigue esperando junto a tantos mortales negados a creer que desde las alturas se les ha olvidado.

No hay comentarios: