jueves, 24 de agosto de 2006

Mujer de bronce y miel

Por: Rosa María Ramírez Reyes.

Obligada reverencia hacen los que a su paso la encuentran en cualquier calle de La Villa Azul. Ella irradia desde su interior dulzura extrema, y regala todo el caudal de conocimientos que posee; sabe hacerlo y no se jacta de ello, todo lo contrario, la sencillez es una de sus mayores virtudes.

Digna María Herrera Caballero es mujer hecha de miel, consagrada a la educación de varias generaciones de puertopadrenses. Muchos la recuerdan desafiando largos caminos en los primeros años de Revolución cuando la campaña de la alfabetización, otros en las aulas de la escuela Josefa Agüero, donde laboró como maestra en los primeros años del 70, algunos en la secundaria básica José Maceo, y no pocos en el Instituto Politécnico Ramiro Guerra, centro que dirigió desde 1983 hasta 1993.

Ella nos ilumina el día con su ejemplo, porque Digna en verdad es ejemplo de mujer, madre, educadora y revolucionaria. Orgullosa posee la medalla de la alfabetización, las distinciones Rafael María de Mendive, (que otorga el sindicato de la educación en el país), la 28 de septiembre, de los Comités de Defensa de la Revolución y 23 de agosto, de la Federación de Mujeres Cubanas.

Es acreedora además de los sellos de Educadora ejemplar y 20 años de vigilancia revolucionaria. Milita en el Partido Comunista de Cuba desde 1975.

Quien no la conoce, pudiera imaginarla muy vieja; sí peina canas y en su rostro hay huellas de varias décadas, pero Digna se siente aún con todas las fuerzas para seguir trabajando, ahora, en la cátedra del adulto mayor, o el sindicato de los jubilados de la educación, el núcleo del partido en su zona de residencia o en las organizaciones de masas de su cuadra.

Digna María no vacila en confesar su pasión por la enseñanza, mantiene intacta en su memoria la primera vez que impartió clases.

La protagonista de estas líneas, junto a su esposo Ernesto Kúper LLampai, hombre justo y de ley, conforman una familia que muchos admiran, ambos se regocijan con sus dos hijas, Yanira, licenciada en Relaciones Internacionales y, Sheyla, Especialista de Segundo Grado en Neumología. También respiran profundos al mencionar su única nieta: Sheilita, estudiante de medicina.

Digna María Herrera Caballero mira desde el presente al futuro, enriquece el espíritu de todos con verbo, regala paz e infunde amor porque ella es digna del nombre que lleva.

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