martes, 26 de abril de 2005

Modas y modos.

Hay modas y modos. Como los tiempos mismos las modas son, de alguna manera, las que marcan una época, imponen un sello distintivo y son la evidencia de una cultura, un florecimiento o involución económica; pero también de la proyección futura de una generación.

Las modas en el vestir, donde principalmente se circunscribe nuestro comentario de hoy, pasan modernizadas de un tiempo a otro y siempre aparecen rejuvenecidos los conceptos estéticos de quienes tienen la pasión de llevar las prendas.

Por ejemplo, hubo una época de minifaldas y otras de faldas largas. Las muchachas que llevaron esos luengos vestidos lucían de maravilla en su inmensa mayoría, pero las que optaron por economizar la tela, por supremacía, no lo hicieron mal. Existen, ya lo creemos que sí, las críticas generacionales y las de telas arrastrando al piso dijeron que la moda se había convertido en un desparpajo y una desfachatez, en alusión a esos diminutos trajes circunscriptos a esconder, de alguna manera, partes púdicas.

Hay algo curioso en este particular porque las extensas faldas por debajo, tenían amplísimos escotes que descubrían, por derriba, los hermosos bustos de las dotadas mujeres. Por eso, los hombres, si bajaban la cabeza era por puro formalismo varonil.

En contrapunto con ello vinieron las minifaldas, para enseñar carnosos muslos y torneadas piernas. Sucedía entonces que las limitadas de esos recursos naturales decían no gustarles los desatinos del vestir en moda y los hombres, de buen grado, saludaban en reverencia a las féminas.
Ahora anda por ahí el festival de los ombligos y hay muchachas que disponen de meollos muy hermosos, redondos y limpios; pero hay otras que debieran reconsiderar sus tendencias. Esa es la verdad.

No hay comentarios: