viernes, 25 de noviembre de 2005

ROMPIENDO EL SILENCIO

Por: Julián Puig Hernández

Después de Rompiendo el Silencio, documental de Carlos Alberto García, todos quedamos conmocionados una vez más por la fluidez de un discurso periodístico que pone al desnudo los turbios manejos en el amañando juicio contra los Cinco Héroes Prisioneros del Imperio.

Y se escucharon las voces, pasivas pero profundas, como de quien tiene muy dentro un amor arrebatado y se niega a perderlo, de Irma Sehwerert, madre de René; Rosa Aurora Freijanes Coca, esposa de Fernando y Ailé Labañino Cardos, hija de Ramón.

Pero frente a ellos había una gran masa de estudiantes, dispuestos a plantear el problema, como lo requiere el asunto, a nivel planetario, apelando a las organizaciones que en el universo salen a las calles en busca de justicia y también escribir cartas, esas que con puño firme despiertan corazones dormidos por el engaño.

Estaban los combatientes de la Revolución Cubana, tan estoicos y visionarios como no hay otros, dispuestos a poner su granito de arena en nombre de Puerto Padre, para que regresen a la patria esos hermanos encarcelados sólo por el delito de luchar contra el terrorismo.

Se pudieron ver, tras las rejas, pero libres, los paradigmas de la verdad, con mirada firme y eterna, esa que molesta a quienes les odian, sólo por ser cubanos o algo más, revolucionarios.

Y se puso de pie un radioaficionado, en representación de los cerca de cuarenta que tiene el municipio, para plantear iniciativas que desvanezcan la niebla, usando la potencia de esa señal sin fronteras.

No faltaron los estudiantes universitarios, que crearon el Comité de los Cinco, espacio para hablar y proponer iniciativas de lucha pacífica con el concurso de miles a nivel universal.

Alzó su voz el representante de los Pioneros, que fue como si hablaran los DOCE MIL bajo su mando que existen en Puerto Padre y también los juristas, encargados de divulgar junto con otros colegas de todos los continentes, las verdaderas razones que hacen posible un encarcelamiento prolongado y cruel.

La tarde de este viernes, en La Villa Azul, nos dimos cita para denunciar, una vez más, que las razones tienen alas imposibles de cortar y hemos de preservar un vuelo del que depende el futuro mismo de la humanidad.

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