jueves, 1 de diciembre de 2005

Activo desde el Alba

Por: Julián Puig Hernández

Los primeros pininos como trabajador agrícola los tuvo con su padre, allá en la zona campestre de Palmira, al oeste de la ciudad de Puerto Padre, y cuando triunfó la Revolución, en 1959, Raúl Infante Pérez, sólo contaba con quince años, pero llevaba el fragor de una rica experiencia laboral unido a conocimientos organizativos de la clase obrera pues en la familia existían tendencias de izquierda que le ayudaron a su desenvolvimiento futuro.
Cuando se formó la cooperativa Pelayo Cusidó Torres, trabajó allí como jornalero, junto a sus hermanos y padre. Poco tiempo después se integró a la Asociación de Jóvenes Rebeldes que formaban otros veintitantos de cuyo grupo él resultó el coordinador.
En 1960 se incorpora a las Milicias Nacionales Revolucionarias y da un paso al frente en defensa de la soberanía nacional cuando la Crisis de Octubre, atrincherándose, como tantos, en las costas con el fusil en la mano.
Cuando sobrevino el año 1961, funda la División 50, en los Mangos de Baraguá, allá donde el General Antonio Maceo, puso en alto la dignidad cubana con la protesta que trasciende los tiempos y permanece en la actualidad como un legado de incuestionable valía. En esa encomienda, Raúl, estuvo bajo las órdenes del entonces Capitán Senén Casas Regueiro.
Dos años más tarde regresa a su cooperativa en la finca de Yayales donde se constituye la Sección Sindical y resulta electo como organizador de los trabajadores de esa unidad más los asalariados de Palmira y Mesa 3.
No imaginó Raúl que a partir de sus escasos diecinueve años su vida tomaría un rumbo definitorio pues desde entonces ocupó todo tipo de cargos en el Movimiento Obrero, unido a sus responsabilidades como trabajador, tanto en talleres de maquinaria como en los propios campos de cultivo de caña.
En el año 1970 viene a la Villa de los Molinos y es empleado en el Central Azucarero Antonio Guiteras, el mayor productor de crudo del país, y en esa fábrica labora en el Departamento de Generación de Vapor donde con otros cerca de cien trabajadores ocupa el cargo de organizador de la Sección Sindical. Unos escasos meses después recibió instrucción en la Escuela de Estudio y Trabajo del municipio de Jobabo, al sur del oriente cubano y allí, luego de concluir su etapa estudiantil, termina como director del centro y Jefe de Campamento.
Sin olvidar ni soslayar sus responsabilidades en la organización de los trabajadores, se prepara como juez en los tribunales de la ley contra la vagancia y poco tiempo después pasa a ser funcionario de la CTC municipal en el Departamento de Asuntos Laborales y Sociales.
Infatigablemente, desde el año 1973, ha mantenido una rica trayectoria como cuadro profesional de la Central de Trabajadores en el municipio, alternándolo con otras tareas en empresas, pero sin perder la condición de Miembro del Secretariado municipal.
Parece increíble que este hombre, en trayectos cortos haya podido escalar escaño tras escaño hasta agrupar en su haber laboral, más de cuarenta años como dirigente sindical; pero es cierto y eso se logra sólo con el trabajo tesonero y constante.

Cuenta con sesenta y un año de edad, pronto a sumarle otro al calendario. Habla de jubilación, pero mantendrá su actividad entre los compañeros desactivados nominalmente pero llenos de pasión por organizar esa gran masa de hombres y mujeres constructores de un mundo mejor.
Durante la Conferencia municipal de la CTC, efectuada en Puerto Padre, a Raúl Infante Pérez le fue entregado un diploma que recoge, de manera sencilla, todo el reconocimiento de las diferentes instancias, política y sociales, del territorio en virtud de su infatigable labor.

No hay comentarios: