EN SILENCIO HA TENIDO QUE SER

Por: Julián Puig Hernández.

La discreción es un arma poderosa de la inteligencia, quien la cultiva tiene asegurada un por ciento de la victoria. Así ha quedado evidenciado durante el discurso del Presidente cubano, Fidel Castro en el histórico acto desarrollado en la Tribuna Antiimperialista José Martí, de Ciudad de la Habana, en horas de la tarde del 20 de mayo.
En la alocución el Jefe de la Revolución Cubana hizo un recuento pormenorizado de los esfuerzos hechos por aunar voluntades en la lucha contra el terrorismo, junto con EE UU y que contó con el apoyo, en el año 1998, del Premio Nóbel de Literatura, Gabriel García Márquez, quien llevó personalmente un mensaje del Jefe de la Revolución Cubana al entonces presidente norteamericano Williams Clinton.
Durante muchos años se mantuvieron ocultos, por razones de seguridad, los detalles de aquel acontecimiento y hoy, en el fragor de una Batalla de Ideas, fue preciso revelar al mundo la evidencia de que en la Mayor de las Antillas estaba trabajándose en secreto y por el bien de la humanidad, dentro de organizaciones terroristas radicadas en los Estados Unidos y que la actual administración de George Busch respalda de manera irrestricta.
Cinco Héroes Cubanos, que cumplían esta necesaria, patriótica e inigualable acción, fueron procesados injustamente en Miami, escenario sangriento donde se fraguan, por grupos extremistas de origen cubano, colocaciones de bombas en instalaciones turísticas y explosiones de aviones civiles en pleno vuelo entre otros objetivos.
En virtud de la descarada doble moral con que la actual administración norteamericana se enfrenta al mundo, fue preciso divulgar la génesis de un asunto que tiene su convergencia en la disparidad entre el discurso político y las verdaderas acciones, pues resulta insultante que sean puestos en prisión quienes se enfrentan a un flagelo universal, mientras anden por las calles de ese país, terroristas de reconocido aval sangriento.
Con la farsa de la detención de Luís Posada Carriles, quien goza de privilegios sin antecedentes en un centro de retención norteamericano, queda en aprietos George W. Busch, por la discordancia entre sus discursos y sus acciones.
Ahora andan las culpas como papas calientes de una mano a otra y resuelven, a sus antojos y con desfachatez visible, las contrariedades que le circundan.
Viendo, como se ve, el futuro incierto de la humanidad en materia de seguridad, quedará preguntarse qué concepto tiene de terrorismo el gobierno que flagela inocentes y aúpa culpables.