sábado, 25 de noviembre de 2006

Caviles para los pesimistas


Por: Julián Puig Hernández.

Caerse, en medio del camino, es común. Le ha sucedido a los grandes y a los chicos; pero levantarse, hacerlo con hidalguía y continuar la marcha, es cosa de grandes.
Los que no tienen fuerzas para hacer posible el sueño, critican la persistencia que tienen otros y que le está negado a ellos. Es ahí donde radica muchas veces el asunto.
Los persistentes, convencidos, eternos optimistas, son los que tienen la luz bien ubicada en su frente y tanto ilumina que es capaz de aglutinar, tras de sí, a otros necesitados de esos rayos refulgentes.
La historia está llena de ellos. Nadie logró tocar el cielo con la punta de los dedos desde el primer salto. Fue preciso insistir, buscar la fórmula para llegar, dejar otros placeres por esa quimera y al final, ahí está lo que sus ojos vieron; sólo que en tales circunstancias, esos eternos optimistas, encuentran que puede ser mucho mejor y entonces siguen dando saltos en pos de otro cielo superior.
El ejemplo puede ser útil tomando un ejemplo personal, de cualquiera de los líderes que ocupan plazas en la geografía mundial, pero también a pueblos o grupos sociales que, incluso exterminados, han muerto con los ojos llenos de luz, mirando un futuro imposible de apagar. Es ahí donde se descubre que la muerte no es verdad.
América Latina amanece hoy con deseos de trabajar por emanciparse, otros consideran, al ver en peligro sus apetencias insaciables, que es todo lo contrario; pero no tienen manera de demostrarlo porque se han pasado la historia mintiendo. Los derroteros de estos tiempos, bajo la tutela de hombres inmensos, nacidos del corazón mismo de esos pueblos, han cambiado sustancialmente.
Algún día los pagados estudiosos, con batas asépticas en apariencia, descubrirán que el optimismo es un arma poderosa y entonces inventarán armas terribles para exterminarlas; sin embargo esas armas no disponen de dispositivos que puedan destruir la fuerza de la pasión pues, ante esa incontrolable manifestación del corazón, son pura hojalata.

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