miércoles, 22 de noviembre de 2006

A través de la gracia de Carmen Morales


Por: Julián Puig Hernández.

Con la exposición de cuadros al óleo de la artista tunera Carmen Morales, en la Galería Bindo, de la sede de la UNEAC en Puerto Padre, se pone de manifiesto una vez más la fuerza que tienen en la Villa Azul las artes plásticas.
En este caso particular, el visitante como primera opción entra para disfrutar de doce lienzos, abstractos, donde más allá de los detalles se requiere una reflexión, hilvanar experiencias, sumar colores y líneas en el córtex, y esperar el resultado de una suma que constituye materia gris renovada. La artista se desdobla a través de su laberinto interior, más aún, abre el diafragma del corazón y te hace partícipe del acto creativo o para ser exactos, de su mundo privado, el reflexivo, lleno de abrojos y también placeres.
El arte es magia, pero los terminologiítas aún no dan por sentado que es así, tal vez por prejuicios, pero debe ser cierto, sólo que en esta ocasión, tratándose de pinturas, no se saca un conejo de un sombrero, sino la espiritualidad del pecho, y el pecho no parece abierto y la espiritualidad se vuelve cosas.
Te detienes frente a un cuadro y se te salen las imaginaciones, porque quieres hacer par con el actor primero, pasan los minutos y no los sientes; pero después de irte, algo se te ha quedado frente al cuadro, duermes con él ante los ojos, todavía preguntándote sobre detalles que te fueron inconclusos. Te das cuenta entonces que en verdad no te has ido y por más que quisieras, debido a las dudas o ese imperdonable espíritu curioso, te acercas a algo imposible de soslayar.Una variante de esta fascinación es el riesgo de perder tus perspectivas analíticas para afianzarte a las nuevas propuestas por otro; aunque también es posible comprender que las tuyas alguien han tenido la osadía, o tal vez, la pericia de plasmarlas en un cuadro como tú habrías querido.

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