jueves, 19 de octubre de 2006

Cumbre borra cosas


Por: Julián Puig Hernández.
Ya emergen otras bellezas al entorno en la zona alta de la ciudad de Puerto Padre con las faenas constructivas ejecutadas en El Ranchón, lo que suma puntos a favor de la visual pueblerina.
Una retahíla de luminarias, con espacio para la ubicación de vehículos y jardineras interiores, se ve desde la Terminal de ómnibus, por donde la vista se empina buscando las interioridades de la instalación gastronómica.
Ya en el ala oeste se hicieron las pertinentes reparaciones a la cerca perimetral, con el bellísimo contraste entre el verde intenso de las higuillos y el blanco de los bloques que la conforman. Otro tanto sucede con el espacio para bailar que tradicionalmente existe en la parte sureste.
Lo cierto es que la zona elevada de la Villa Azul, como la tuvo en mancomunado empeño de recuperación los muros del malecón, está en sitio privilegiado de inversiones; primero con la Sede de la UNEAC, luego el Canal Azul y ahora esta faena, que es vecina de la Plaza Cultural Emiliano Salvador, otra particularidad que merece comentario aparte; pero de donde salen con majestuosidad los muros de la base, enchapados en mármol, con sus escaleras de acceso que son, según las exigencias artísticas de los diseñadores, caminos de ébano y marfil, por donde llegó la fama del excelso pianista.
En medio de tantas buenas nuevas aparece esta, la del Ranchón, que devuelve o renueva la corona de nuestra colina y poco a poco la Calle Mártires de la Herradura nos va pareciendo una avenida, no sólo por la amplitud de su senda, sino por tantas obras recién concluidas, sociales o privadas, que le dan un especial toque de belleza.
Place hacer, pero aún más cuando existen estrecheces que ponen a prueba la voluntad de las mujeres y los hombres.

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