martes, 12 de septiembre de 2006

La fuerza de los pueblos reunida en La Habana

Por: Julián Puig Hernández.

Como lo que asiste a los pueblos amantes de la paz y la libertad es la razón, sobran comentarios sobre la importancia de una Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, como la que tiene lugar por estos días en la capital de los cubanos.
No vienen aquí oradores a plantearse derroteros a favor de la guerra ni de la explotación, sino vías para el mejoramiento humano, fortalecer la virtud y consolidar al hombre y la mujer como verdaderos partícipes de la humanidad.
Voces de 118 países ocupan sus puestos, atentos a cada planteamiento que busca la unidad, el desarrollo sostenible y la comprensión, amén de los idiomas, creencias religiosas o filosofías indistintas.
Lo que cuenta en esta cita, como en tantas otras, es perfilar las acciones que logren disminuir las distancias entre uno y otro país, darle posibilidades a los de pocos recursos y tenderles la mano, ese apoyo moral tan necesario, a aquellos necesitados.
Es como si sintieran bochorno de la situación imperante en el universo, matizado por la desmesura de los ricos y la paupérrima realidad de la mayoría. No vienen aquí a proponer misiles intercontinentales ni cómo envenenar más el planeta, tampoco la manera de sacarle las riquezas a unos para, por precios insultantes, favorecer a otros; vienen urgidos por la necesidad del amor, ese que todo lo mueve y enaltece.
Cuba tendrá, una vez más, tres años para representar un movimiento que nació en medio de pugnas de superpotencias y se ha enriquecido, no con oro ni petróleo, sino por la espiritualidad que irradia una nueva era.
Los ojos del mundo están en la Habana, la más digna de las capitales, víctima del sabotaje y la sinrazón; pero persistente y tesonera, la dotada de suficiente moral como para decirle a los pueblos luchen por los derechos que les asisten.No quedará reclamo sin respuesta ni sueño sin ser puesto en buen camino.

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